Los referéndums son una estupidez

Gemma
4 min readJun 25, 2016

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Si vivimos en una democracia sana, son innecesarios. Si no, son igual de inútiles que la representación política.

En primero de Ciencias Políticas yo decía cosas como “Los referéndums son la máxima expresión de la democracia!” o “Más vale votar algo, aunque sea una equivocación. El pueblo tiene derecho a equivocarse!”. Luego tuve un profesor que me destrozó todas esas ideas y me hizo reflexionar seriamente sobre la validez de estas afirmaciones.

Mis motivos para estar en contra de los referéndums son de tipo práctico. Cada vez me parecen más una estupidez que una herramienta válida de la democracia.

Primer problema, los referéndums polarizan el mensaje en un sí o un no. Tenemos casos poco frecuentes, como el referéndum de independencia de Catalunya de 2014, donde había dos preguntas y cuatro posibilidades de respuesta, pero normalmente la respuesta suele ser elegir Sí o No. Sin matices. Y las decisiones nunca son realmente binarias. Como dice una amiga, si las decisiones acaban siendo binarias, es que has hecho algo mal.

Independencia de la Unión Europea. ¿Sí o No? ¿De qué manera? ¿Bajo qué premisas o en qué condiciones? ¿Independencia para qué? Reducir un debate tan complejo a una decisión binaria lo único que invita es a la demagogia y a la manipulación, y a forzar un voto basado en emociones y no en argumentos razonados. En el momento en el que tienes que simplificar y reducir a dos posturas, estamos perdiendo todos, en consenso y en variedad de opciones.

También existe el problema de la interpretación de los resultados. Quien vota en contra de la Constitución de 1978, ¿vota No porque le parece que la Constitución es insuficiente?¿ O acaso vota que No porque está en contra de la democracia? El que vota que Sí, ¿la acepta entera, sin reservas? ¿O la acepta porque es la única opción que tiene y es mejor que nada pero le gustaría cambiarla lo antes posible? Un referéndum no permite la respuesta crítica, solamente el rechazo o la aceptación de la totalidad. Tampoco permite englobar una u otra respuesta en una postura definida y deja sin voz a muchas personas que no se ven representadas en las opciones disponibles.

Otra cosa, a vueltas con los resultados, ¿qué consideramos un resultado legítimo? ¿Un voto más en favor de una de las opciones ya implica que la mitad de los votantes tenga que resignarse? ¿Es justo que se apueste por algo que quiere el 51.9% de los votantes pero rechaza el 48.1% de ellos? En una democracia parlamentaria como la española, los gobiernos en mayorías absolutas han demostrado ser una fuente de imposición de medidas, sin preocuparse de consensuarlas con las minorías parlamentarias. Muchas personas que se consideran democráticas encuentran esta situación inaceptable, y sin embargo, ¿aceptan la imposición de la mayoría en un referéndum? Esta imposición de la mayoría es más problemática con un referéndum que en unas elecciones al Parlamento. Al menos existe la posibilidad de revocar a los diputados del Parlamento después de cuatro años. Pero con un referéndum, si la decisión es vinculante, lo más seguro es que o no se pueda volver atrás, o sea tan difícil que sea imposible a todos los efectos.

Otro problema: el referéndum se acaba convirtiendo en un voto de castigo que responde a muchas más cosas que simplemente a la pregunta que se realiza. Es muy frecuente utilizar un referéndum como una manera de expresar el descontento con la clase política, con el gobierno, con la situación económica… Como bien dicen en Rasgo Latente:

Lo que sí parece claro (desde un punto de vista psicológico) es que ayer no hubo un montón de británicos discutiendo de tratados internacionales. De la misma forma que el domingo, cuando se anuncie el escrutinio final, no estaremos escuchando a treinta y seis millones de españoles pronunciarse sobre los ‘méritos de los programas políticos’ que se presentan: estaremos escuchando a treinta y seis millones de personas hablando de su realidad.

También es posible utilizar un referéndum como una manera de presionar hacia diversos intereses, sabiendo que la opción más extrema probablemente no salga. Por ejemplo, gente que vota a favor de la independencia de Catalunya con la intención de conseguir más competencias. O personas que votan en favor de salir de la Unión Europea pensando que esa opción nunca va a ganar, solamente como un voto de presión a la clase política:

“He votado salir. Nunca creí que mi voto iba a importar porque pensé que simplemente íbamos a quedarnos. Ahora estoy preocupado.”

Sé que mi postura no es la más popular, incluso puede verse como antidemocrática, pero es que a mi entender, un referéndum no es democrático.

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